¿Por qué nos cuesta mantenernos a dieta?

Es más fácil cambiar la religión de un hombre que su dieta.

Margaret Mead
26
Abril, 2018

 

}

2 minutos de lectura

El sobrepeso

España es el país con mayores tasas de obesidad en Europa. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en el año 2030 hasta un 70% de los españoles tendrá sobrepeso. ¿Cómo es posible que en una sociedad como la nuestra –tan obsesionada con el aspecto físico– los índices de obesidad sigan creciendo cada año?

El mayor problema son nuestros hábitos: abusamos de la comida rápida, el azúcar, los alimentos precocinados y ricos en grasas. Asimismo, los productos más económicos del mercado acostumbran a ser los menos indicados para mantener una dieta sana. Si queremos perder peso de manera efectiva no basta con dejar de comer ciertos platos durante un mes, sino que debemos modificar muchas de nuestras costumbres a largo plazo. Pero éste es un trabajo complejo, y ante la epidemia del sobrepeso, las dietas se venden como una solución mucho más rápida y sencilla: “¡pierde 10 kilos en una semana!”. Con todo, la mayoría de personas fracasan al intentar mantenerlas.

¿Por qué no consigo mantenerme a dieta?

Las dietas exigen renunciar a una serie de alimentos que nos gustan mucho y que suelen formar parte de nuestra alimentación cotidiana. Cualquier persona puede dejar de comer carne, lácteos o cereales durante una temporada, pero es muy difícil renunciar a todos estos alimentos a largo plazo… especialmente si salimos, viajamos o comemos fuera a menudo –situaciones en las que constantemente se nos presenta la oportunidad de escoger alimentos “prohibidos”, repletos de azúcares y grasas. Es cierto que las dietas están concebidas para obtener resultados en poco tiempo, pero los cambios rápidos no suelen durar. Si dejamos de comer un determinado alimento y después lo incorporamos de vuelta a nuestra rutina, nuestro cuerpo compensa la carencia absorbiendo muchas más proteínas. Para que una dieta funcione con el paso del tiempo tiene que ser flexible y constante, de manera que podamos mantenerla sin que interfiera demasiado en nuestro estilo de vida.

¿Por qué me atrae tanto la comida?

La comida es uno de los placeres más gratificantes, accesibles e inmediatos  que podemos obtener en cualquier momento. Del mismo modo que el sexo, los alimentos placenteros estimulan los circuitos de recompensa que hay en nuestro cerebro: cuando vemos, saboreamos y engullimos una comida que nos gusta, nuestro sistema límbico desata un auténtico torrente de endorfinas. En otras palabras: nos recorre un placer comparable al que podríamos experimentar durante un orgasmo.

El placer es antagonista de la ansiedad (no pueden coexistir al mismo tiempo), por lo que a menudo las personas combatimos el estrés buscando pequeñas dosis de placer, ya sea mediante el sexo, las drogas o la comida. Si pensamos en la extensión de este fenómeno, no es de extrañar que las dietas sean tan difíciles de mantener: renunciar a determinados alimentos nos despierta ansiedad, lo cual puede hacernos entrar en un bucle obsesivo que sólo se resuelva abriendo la despensa y devorando todos los alimentos que deberían estarnos “prohibidos”.

El placer es antagonista de la ansiedad, por lo que a menudo las personas combatimos el estrés buscando pequeñas dosis de placer, ya sea mediante el sexo, las drogas o la comida

¿Cómo puedo cambiar esto?

Para que una dieta sea eficaz debe adaptarse a nuestras posibilidades y expectativas. Los cambios demasiado radicales están condenados a fracasar, puesto que no se adaptan a la variabilidad que exige la vida real. Si una dieta interfiere demasiado en nuestra rutina, nos exige restringir nuestros hábitos o pasarnos el día contando calorías, lo más probable es que terminemos abandonándola –con los problemas de salud que eso conlleva. Sea cual sea nuestro propósito, tenemos que proyectar un plan de alimentación sencillo, flexible y placentero, que nos permita seguir unos hábitos de alimentación saludable y mantenerlos a lo largo del tiempo.

Eric Álvarez

Soy Psicólogo, especialista en Psicopatología Clínica. Me considero un apasionado del ser humano que ha dedicado la mayor parte de su vida adulta a investigar el comportamiento de las personas, aunque ha sido especialmente a través de mis propios conflictos que he podido llegar a entender los de los demás. Como me encanta escribir y explicar, desde hace algún tiempo intento difundir todo lo que  aprendo a través de artículos que resulten amenos y accesibles.

Sucríbete

¿Quieres recibir un email siempre que publiquemos un artículo?