¿Por qué nos afectan tanto las emociones?

En el centro de cualquier dolor se encuentra una necesidad que no está siendo satisfecha.

Marshall B. Rosenberg
15
Junio, 2018

 

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4 minutos de lectura

¿Cómo nos afectan los sentimientos?

Todos hemos experimentado la fuerza con la que nos gobiernan nuestros sentimientos: la rabia, los celos, la ansiedad, el miedo; cuando brotan en nuestro cuerpo, parece poco lo que podemos cambiar con nuestro pensamiento. Si algo nos enfurece la rabia atropella el flujo de nuestras ideas, conduciendo nuestro comportamiento hacia un final inequívoco: el enfrentamiento y el conflicto. Pero ¿cómo es posible que tengamos tan poco control sobre lo que sentimos?

Lo cierto es que el comportamiento y el pensamiento están supeditados a las emociones que experimentamos. Los sentimientos provocan un torrente hormonal en nuestro cuerpo, mientras que las ideas sólo existen en nuestro cerebro; por eso los primeros condicionan el orden de los segundos. Un buen ejemplo de este fenómeno se da cuando vemos películas de terror: aunque lo hagamos sabiendo que sólo son ficción, el miedo despierta sensaciones que sobrepasan la lógica de nuestras ideas racionales, por lo que seguramente terminemos asustándonos y aferrándonos a nuestro asiento durante los momentos de mayor tensión.

Esta jerarquía de las emociones sobre los pensamientos tiene un enorme impacto sobre nuestra vida cotidiana. A menudo intentamos controlar nuestro estado de ánimo mediante ideas racionales, pero rara vez conseguimos cambiar nada. Si nos sentimos profundamente deprimidos, por más vueltas que le demos a nuestros problemas y nos repitamos «tienes que estar bien», nuestros pensamientos continuarán siendo grises y catastrofistas. Si por el contrario nos sentimos muy alegres, esta emoción también ejercerá un efecto determinante sobre nuestras ideas, dirigiéndonos hacia comportamientos más positivos y resolutivos.

Cuidado con los engaños, de Rita

¿Qué provoca los sentimientos?

Los sentimientos son el resultado de nuestras necesidades satisfechas e insatisfechas. Detrás de cualquier emoción siempre hay una necesidad: cuando tenemos hambre sentimos angustia porque no estamos atendiendo nuestra necesidad de comer; cuando hemos dormido profundamente nos sentimos satisfechos porque hemos colmado nuestra necesidad de descanso. Esta misma lógica se aplica a emociones más complejas. Si nos sentimos orgullosos al recibir un premio es porque se están atendiendo nuestras necesidades de admiración y reconocimiento. Si experimentamos frustración al discutir con un amigo es porque se están vulnerando nuestras necesidades de comprensión y apoyo. Los seres humanos tenemos una inmensa pluralidad de necesidades que justifican las emociones que experimentamos en todo momento. A veces necesitamos contacto y cercanía; otras, en cambio, necesitamos distanciaespaciotiempo.

El problema es que a menudo ignoramos nuestras necesidades, ya sea porque no las entendemos, por satisfacer las expectativas ajenas o porque así lo exigen nuestras responsabilidades. La consecuencia más probable es que nos sintamos frustrados y tristes –y como hemos señalado, las emociones dirigen nuestro comportamiento: sentimientos negativos como la frustración nos empujan a buscar elementos externos a los que culpabilizar por nuestro dolor.

Los sentimientos son el resultado de nuestras necesidades satisfechas e insatisfechas. Detrás de cualquier emoción siempre hay una necesidad

¿Cómo nos condicionan nuestras necesidades?

Las necesidades son el motor de nuestro comportamiento: cuando tenemos hambre buscamos comida; cuando tenemos sueño buscamos una cama; cuando necesitamos compartir afecto buscamos a nuestra pareja; cuando lo que necesitamos es estar solos, nos alejamos de ella. También puede darse el caso de que no obedezcamos nuestras necesidades, como cuando necesitamos ver a nuestros amigos pero tenemos demasiado trabajo y no podemos permitírnoslo. Al satisfacer una necesidad experimentamos alegría y bienestar; al ignorarla experimentamos frustración, sobrecarga, hastío.

Utilizaremos un ejemplo para ilustrar este fenómeno. Imaginemos que Laura está molesta con su pareja, Mario, porque cree que pasan muy poco tiempo juntos. Eso vulnera sus necesidades derecibir afecto y compartir experiencias, por lo que se siente frustrada y le recrimina a su pareja: «¡nunca quieres estar conmigo!». Por su parte, Mario considera que está muy ocupado y aún así pasa la mayor parte de su tiempo libre con ella. Él también tiene sus propias necesidades de comprensión y apoyo, por lo que se ha sentido molesto al oír que “nunca” está con ella. Como hemos señalado al comienzo, los sentimientos dominan la lógica de nuestros argumentos: aunque intenten hablar para llegar a un acuerdo, Mario y Laura se sienten frustrados, por lo que seguramente sólo consigan acabar discutiendo.

Fotografía de Hoa Quach

Las necesidades se ocultan detrás de los sentimientos. Cuando estamos muy enfadados por algo que nos han hecho, es difícil ver que en realidad sólo necesitamos un poco de comprensión y de afecto. Por eso al tratar de arreglar el problema a menudo provocamos conflictos que nos alejan aún más de la solución. Las discusiones no llegarían tan lejos si fuésemos capaces de entender nuestras necesidades en lugar de dejarnos llevar por los sentimientos que éstas provocan.

Eric Álvarez

Soy Psicólogo, especialista en Psicopatología Clínica. Me considero un apasionado del ser humano que ha dedicado la mayor parte de su vida adulta a investigar el comportamiento de las personas, aunque ha sido especialmente a través de mis propios conflictos que he podido llegar a entender los de los demás. Como me encanta escribir y explicar, desde hace algún tiempo intento difundir todo lo que  aprendo a través de artículos que resulten amenos y accesibles.

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