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La naturaleza del humor es cambiante, pero algunas personas son más susceptibles que otras. Hay quienes acuden a terapia porque saltan de la alegría a la tristeza, la rabia o al miedo con mucha facilidad, lo que les provoca numerosos conflictos con los demás. Esta inestabilidad emocional tiene su raíz en una serie de patrones de conducta que pueden mejorar rápidamente en terapia.

Los problemas de ansiedad representan una de las consultas más frecuentes en psicoterapia. La ansiedad es fruto del miedo y guarda relación con el temor a un futuro impredecible o incontrolable. A menudo se manifiesta a través de síntomas somáticos como picores, sudores o tos nerviosa, y en los casos más graves puede llegar a estallar en forma de crisis de angustia, ataques de pánico o patologías más complejas.

Muchas personas comienzan terapia porque desean orientación en un área específica de su vida como puede ser el trabajo, el amor, la amistad, la sexualidad o la relación con el dinero, por ejemplo. Aunque los psicólogos evitamos dar consejos directamente, tenemos las herramientas para que cada uno encuentre las respuestas que ya posee.

La familia es el núcleo donde se originan y reproducen la mayor parte de nuestros conflictos. Al ser las personas con las que pasamos más tiempo, también son las que asisten a nuestros problemas más severos. En las familias con niños o adolescentes estas situaciones se agravan especialmente, ya que las dinámicas de cada miembro acostumbran a estar muy establecidas: algunos se sienten dolidos, otros piensan que no les escuchan y reaccionan a la defensiva, así como hay quienes se vuelven punitivos, agresivos o hirientes. 

El trabajo representa un hito importante en una sociedad que valora a las personas en función de lo que producen, la pérdida de un empleo puede ser vista como un enorme fracaso. Esto a menudo nos hace sentir inquietos y preocupados, ansiosos por el futuro o deprimidos por los errores pasados, incapaces de avanzar en ninguna dirección.

La tristeza, el desánimo y la falta de motivación son algunos de los sentimientos más recurrentes de nuestra era. Tratarlos puede ser complicado porque son emociones que se retroalimentan: la tristeza se presenta con una serie de comportamientos que nos aíslan y que, en última instancia, nos hacen sentir aun más deprimidos y cabizbajos.

Las dificultades para conciliar el sueño representan una de las principales causas detrás de problemas psicológicos como la ansiedad y la depresión. En muchos casos el insomnio se acompaña de pensamientos intrusivos y de una sensación corporal de activación fisiológica que impiden el descanso. Los tratamientos farmacológicos pueden ser de ayuda en momentos de crisis, pero a menudo comportan el riesgo de cronificar el insomnio cuando se abandonan. La terapia psicológica del insomnio es muy eficaz cuando atiende a sus dimensiones psicológica y corporal.

Los celos, la posesividad y los conflictos que de ambos se derivan son una de las principales causas por las que las parejas acuden a consulta. Aunque las dinámicas de posesividad suelen establecerse entre ambos miembros de la relación, a menudo uno de los miembros se siente celoso más a menudo. En la raíz de esta emoción se encuentran sentimientos de inseguridad e incapacidad, baja autoestima y miedo al abandono. Los celos tienen remedio, pero al constituir un patrón de pensamiento muy asentado, generalmente requieren intervenciones terapéuticas duraderas.