¿Cómo funciona la depresión?
La depresión es una cárcel donde eres tanto el agónico prisionero como el cruel carcelero.

Dorothy Rowe
10
Junio, 2018

 

 

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3 minutos de lectura

¿Qué es la depresión?

La depresión es un estado afectivo caracterizado por una sensación de tristeza, desánimo e inestabilidad emocional que se alarga durante varios meses. Las personas que están pasando por una depresión tienden a sentir que el mundo les queda demasiado grande: acciones cotidianas como levantarse de la cama, ducharse o relacionarse con sus amigos comienzan a resultarles pesadas y repetitivas; abandonan muchas de las actividades que antaño les producían placer porque dejan de disfrutar de ellas como solían; se alejan de los demás porque no consideran que tengan nada que aportarles. Este patrón representa un círculo vicioso que las personas deprimidas retroalimentan sin darse cuenta. Al dejar de realizar la mayoría de actividades que conforman su rutina (porque no encuentran las fuerzas o la motivación para mantenerlas), su vida se torna más predecible e insatisfactoria. Con el tiempo pueden dejar de ducharse, arreglarse o salir a la calle, abandonándose por completo a sí mismas. Llegados a este punto, cuando una persona deprimida se mira al espejo o piensa en su vida, encuentra todos los motivos para sentirse aún más deprimida.

La depresión funciona como un filtro que tiñe la realidad de un color grisáceo: si estamos deprimidos, cualquier cosa nos resultará menos interesante y atractiva. Aunque intentemos cambiar nuestra actitud pensando de un modo distinto, nuestros propios pensamientos se tornarán depresivos. Como hemos señalado en el artículo sobre los sentimientos y las necesidades, no importa cuánto tratemos de reflexionar para entender y mejorar nuestro estado de ánimo, ya que nuestras ideas siempre estarán supeditadas a las emociones que las provocan.

La gran depresión, de Madeline Masarik

¿Cuál es el origen de la depresión?

Uno de los mayores temores de las personas deprimidas es que nunca puedan reponerse a su estado de ánimo. A menudo se preguntan si se trata de una disfunción fisiológica o si remite a causas exclusivamente psicológicas. Son muchos los estudios que han relacionado la disminución de dopamina y serotonina en el cerebro con el desarrollo de síntomas depresivos. Del mismo modo, se ha documentado la existencia de una influencia genética en la transmisión de la depresión de padres a hijos. Sin embargo estos datos no son suficientes para diagnosticar la depresión como un problema enteramente fisiológico. Sabemos que las opiniones de los padres condicionan en gran parte la perspectiva de sus hijos, por lo que no es de extrañar que la depresión pueda transmitirse de los unos a los otros. Asimismo, las alteraciones bioquímicas que se dan en el cerebro pueden ser el resultado de la propia depresión (y no al revés).

La depresión funciona como un filtro que tiñe la realidad de un color grisáceo: si estamos deprimidos, cualquier cosa nos resultará menos interesante y atractiva

¿Cuál es el tratamiento de la depresión?

Independientemente de su origen, muchos psicólogos entendemos la depresión no como una enfermedad, sino como un síntoma: es la forma que tiene nuestro cuerpo de decirnos que algo funciona mal en nuestra vida. Quizá sea que tenemos conflictos no resueltos, o que no estamos en contacto con nuestras necesidades, o que dedicamos demasiado tiempo a hacer algo que no nos satisface; la única certeza es que necesitamos hacer un trabajo psicológico para salir adelante.

Espiral hacia la depresión, de Scott MacBride

Afortunadamente la depresión no es una condición irremediable: tan sólo un trastorno que requiere una terapia compleja y cambiante. El problema es que nuestro sistema sanitario acostumbra a intervenir la depresión exclusivamente mediante fármacos paliativos, a pesar de que está probadamente demostrado que los antidepresivos no son eficaces si no vienen acompañados de un trabajo terapéutico que los acompañe. Limitarse a combatir las disfunciones cerebrales y dejar de lado los problemas psicológicos que las han provocado es un error de tendencia que, lejos de curarnos, posterga y cronifica las enfermedades.

Eric Álvarez

Soy Psicólogo, especialista en Psicopatología Clínica. Me considero un apasionado del ser humano que ha dedicado la mayor parte de su vida adulta a investigar el comportamiento de las personas, aunque ha sido especialmente a través de mis propios conflictos que he podido llegar a entender los de los demás. Como me encanta escribir y explicar, desde hace algún tiempo intento difundir todo lo que  aprendo a través de artículos que resulten amenos y accesibles.

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